Horas y horas delante del ordenador. Cursor en el buscador de google y escribiendo una y otra vez: “he acabado la carrera, ¿y ahora qué?” Ni si quiera buscaba ofertas de empleo o seguir formándome, no buscaba irme al extranjero pero tampoco quedarme en España. Solo quería que una de las doscientas veces que tecleaba esa frase en internet, apareciese algo, alguien, a resolverme el misterio. Yo, que nunca he sido de este tipo de literatura sobre psicología positiva, encontré en este mundo el impulso para motivarme y descubrir qué quería. Creo que es lo más difícil de conseguir cuando sales de la carrera. Así, a voz de pronto es muy sencillo decir “trabajar”. Sí, sí está claro, todos buscamos el trabajo de nuestras vidas pero 4 años, 6 u ocho de estudio no te garantizan el éxito profesional. Pero lo verdaderamente complicado es madurar, es sentarte en tu cama y que tu cuerpo te pida qué es lo que realmente te gustaría hacer. Fue entonces, con mi desesperación emocional y sentimental, llena de cambios de todo tipo, cuando mi vida dio un giro radical. Ya no era el chico de cuarto de carrera de hace dos meses, tan solo 60 días separaban a mis dos “yo”. Ya había vivido dos veces en el extranjero, había hecho un voluntariado, llevaba 5 años trabajando y ahorrando dinero, con un buen nivel de inglés y francés y un futuro con mi pareja. Un mes. Un solo mes estuve en casa con mis padres. Y no era el mismo. Ni yo, ni ellos, ni la vida que conocía en familia. Claro que durante esos cuatro o cinco años fuera de casa volví. Siempre que podía. Pero esta vez era diferente. Era como el punto de inflexión entre el quedarme o el irme para siempre. Y sí, quería estar siempre cerca de mi familia, pero esa ciudad no era mi sitio. Mis amigos también habían cambiado de vidas, de amistades, de trabajos e incluso de lugar. Hasta mi pareja. Obviamente los años y las experiencias te convierten en una persona más vivida, tanto para bien como para mal. Pero no teníamos ni las mismas vivencias ni las mismas expectativas de lo que queríamos conseguir en un periodo corto, ni incluso largo, de tiempo. Fue difícil, pero cada uno cogió su rumbo. Y ahí, en esa vorágine llamada agosto, cuando me veía en casa de mis padres durante meses sin hacer absolutamente nada y amargándome cada día un poco más, descubrí a Victor Kuppers. Que no soy de idolatrar a nadie, pero me hizo cambiar mi filosofía de vida. Empecé a aplicar sus teorías a mi día a día. Y bueno. No puedo decir tampoco que sea el más triunfador del país, pero encontré trabajo, y a los pocos meses, después de currar mucho y ahorrar algo de dinero, monté mi propia empresa. Os envío el vídeo y os agradezco, enormemente haberme dado la oportunidad de abrirme en canal con vosotras y esperando que este proyecto, además de poder ser útil, lo sigáis llevando con la ilusión con la que me lo habéis trasmitido a mí. Luis Marco Por: Andrea García
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AutorEscribe algo sobre ti mismo. No hay que ser elegante, sólo haz un resumen. ArchivosCategorías |